Especismo es la discriminación - similar a la sexista y la racista - que ejercemos los humanos sobre miles de millones de otros animales por pertenecer a una especie determinada y no a otra.
El especismo más habitual es el que se produce al discriminar a los individuos que no pertenecen a la especie humana. De este modo, es habitual que la mayoría de los humanos discriminen a los animales de otras especies, en bloque, por el mero hecho de no pertenecer a su especie, sin tener en cuenta que los humanos somos también animales, que nos une la capacidad de sentir común a todos y que no hay ninguna característica que compartamos todos los humanos y que no puedan compartir animales de otras especies.
Paralelo a éste hay otro tipo de especismo que va más allá, y que diferencia y varía el grado de discriminación según la especie del animal nohumano implicado. cuando Esta es una discriminación que puede tener un alto contenido cultural y puede variar de un país a otro. Por ejemplo, hay mucha gente en la sociedad occidental que entiende que los perros y gatos merecen derecho a la vida, y que no es justo que se les mate en una perrera, pero aceptan y piden que asesinen a cerdos, sardinas, vacas, ratones, etc. en los mataderos, barcos pesqueros, piscifactorías, laboratorios, industrias peleteras,...
Socialmente, se nos ha educado a dar mayor valor a la vida de los animales de otras especies que nos resultan amables y cariñosos, de los que no obtenemos un beneficio especial cuando están muertos pero si cuando están vivos. Así, la mayoría de la gente empatiza con el sufrimiento de un gato, del que no "se saca nada" estando muerto, y que en vida "nos puede aportar" compañía, control de otros animales como ratones, etc. También, aunque no se les considere al mismo nivel de los humanos, se ve peor el que se les utilice como "animales de laboratorio", - como ocurre también con los grandes simios - prefiriendo que se use a animales considerados "perjudiciales y no útiles", como los ratones, por ejemplo. Así la vida de millones de individuos se miden en función de la utilidad que pueden aportarnos.
Este especismo lleva a campañas para defender a individuos de determinadas especies -focas, toros, grandes simios, delfines, visones...- y a despreciar en cambio, los intereses de otros individuos que no entran dentro de su esfera moral.
Incluso en ocasiones, cuando algunas personas empiezan a concienciarse por lo injusto de seguir utilizando a los demás animales, empiezan por dejar de consumir la carne de animales terrestres, como si los peces y crustáceos pertenecieran a una categoría inferior, como si fuesen menos merecedores de respeto.
La discriminación a los invertebrados (principalmente a los insectos) es ya mucho mayor, y la distancia emocional a la que nos han educado a dejar al 80% de los animales de otras especies del planeta es enorme. Es cierto que sentimos menor simpatía natural por ellos puesto que sus rasgos no son cariñosos, no se puede interactuar con ellos y no nos transmiten las mismas emociones que, por ejemplo, los mamíferos, pero a respetar y a empatizar también se aprende, y desde pequeños nos han educado a que invertebrados no son merecedores de respeto. No se nos enseña a conocerlos y respetarlos, sino a despreciarlos y eliminarlos.
Dejar de ser especista es tan sencillo como empezar a ver a los demás con tanto derecho a existir y ser libres como uno mismo. Empezar a desarrollar nuestra empatía más allá de nuestra especie. Todos somos individuos únicos e irrepetibles, con nuestro carácter, temores, placeres... simplemente, "no hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti". Todos tenemos el mismo derecho a vivir y ser libres.